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jueves, 28 de marzo de 2013

Hay que volver a nuestra naturaleza humana cooperativa


El ser humano es altruista y cooperativo por naturaleza, son características innatas, son inherentes a los humanos, y también a otros primates”.
Entonces, ¿por qué nos educan a ser competitivos e individualistas desde que nacemos y no a cooperar entre nosotros?



El ser humano es altruista y cooperativo por naturaleza, son características innatas, son inherentes a los humanos, y también a otros primates”. 
Por ejemplo, los científicos han observado que los chimpancés adoptan a crías huérfanas que no son de su propia familia, a pesar del esfuerzo necesario para criarlas. 

Según escribe Cloninger en el prólogo de “Origins of Altruism and Cooperation”: “el comportamiento prosocial es un componente esencial de la salud y de la felicidad humana. Por el contrario, el comportamiento egoísta y no cooperativo es señal de disfunción mental, y está fuertemente asociado a la insatisfacción vital y a la enfermedad. 
Estos comportamientos constituyen respuestas anómalas a condiciones no naturales. De hecho, el patrón corriente del ser humano es el de ser social, el de querer trabajar con otros y cooperar. 


Entonces, ¿por qué nos educan a ser competitivos e individualistas desde que nacemos y no a cooperar entre nosotros?


Nos enseñan de muy pequeños a competir con los demás, a intentar ser mejor que el resto. Los mejores son los que tienen éxito en la vida, los que pueden tener todo aquello que quieran, no importa pasar por encima de los demás si hace falta, porque el objetivo siempre se mide con los resultados obtenidos. 
Las notas de clase son el primer parámetro que nos etiqueta cómo somos comparados con otros niños. Si sacamos un 10, somos mejor que los demás y empezamos a actuar y a prejuzgar como tal. Si sacamos un 5, somos mediocres y no podemos aspirar a mucho en la vida, mejor que lo hagan otros. Y si suspendemos, somos peores que otros niños, somos más tontos y empezamos a sentirnos apartados de la carrera hacía el éxito que otros si que podrán conseguir, solo podrán ser peones de último rango de la pirámide social. 
Los profesores son simples funcionarios que imparten una materia, en la mayoría de veces sin conocimientos pedagógicos, que no se paran a valorar otras variables del niño, como por ejemplo: que no todos los niños se desarrollan al mismo ritmo, el estado emocional por el cual puede estar pasando, si tiene problemas en casa, que le motiva, etc. Simplemente son administrativos de una educación rígida y arcaica que determina si eres apto o no para el sistema.
Los niños crecen con estos parámetros, y en la sociedad observan más de lo mismo, todo es competición, éxito y poder, son los valores por los cuales hay que luchar en la vida.
Estos valores los van arrastrando hasta ser adultos, y su comportamiento en relación a los demás es coherente con lo que han aprendido.  

Pero, ¿qué sentido tiene que personas sigan adelante y otras se queden por el camino?

La respuesta es tan simple como perversa: el sistema socio-económico está creado para incorporar a los más preparados en empresas, que a su vez sean lo más competitivas con otras empresas de otros países, compitiendo así por el PIB de su país y su nivel de crecimiento económico.

No es de extrañar entonces que el comportamiento de los políticos y empresarios, en su inmensa mayoría, sea obtener más beneficio y más poder, aunque esto suponga injusticia social, hambre en el mundo o incluso guerras. Son personas que han sido educadas para competir y conseguir éxito. 

Esta forma no natural, impuesta al hombre de compartir unos con otros. y la afirmación de que somos más felices contra más dinero y más éxito tengamos, ha sido desmontada por numerosos estudios psicológicos, que demuestran que la felicidad no la determina el dinero o el poder. De hecho los más ricos suelen tener fuertes depresiones, ansiedad y sentimiento de soledad. Tampoco hacen falta estudios psicológicos, para ver que en los países pobres siempre tienen una sonrisa en la cara, cooperan entre ellos, y tienen unos valores humanos mucho más cerca de la realidad de la evolución de la especie. 
También ha sido desmontada la afirmación que la competitividad es el más eficaz instrumento   de motivación del ser humano. Son más de 500 estudios, que en el 87% de los casos, afirman que la cooperación, es el instrumento que más nos motivas y más felices nos hace. 






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